Tiempo real vs Tiempo relativo (Gestión del tiempo)
Cuando tenemos frente a nosotros unas tareas que cumplir y cuando esas tareas no pueden ser delegadas por motivos varios, solo queda ponernos frente a ellas y lanzarnos a un arduo trabajo que no sentiremos la motivación hasta el final… ¿o no?
Puede ser que no. Es cuestión de organizarse. Sí, esta palabra que tanto se utiliza y que mal utilizamos cuando hablamos de nuestro escritorio. Es cierto que el orden puede ayudarnos para avanzar nuestras tareas, al igual que preferenciarlas puede hacer que dispongamos mejor nuestros recursos y tengamos a nuestros “jefes” (llámense clientes) contentos y ayudándonos a mejorar nuestra marca.
Cuando tenemos muchas tareas que realizar, suelo apuntar todas ellas en una hoja de papel bien grande, normalmente suelen ir preferenciadas casi sin plantearlo, pero considero normal que nuestra mente, rescate dé ese espacio atemporal las necesidades que más priman y de ahí ese orden. También es cierto que una vez realizada la lista con tareas, es conveniente repasar la disposición de las mismas, ya que en algunos casos no lo más urgente es lo más importante. Ahí si entra realmente la organización de tiempos.
Una vez tengamos esa lista, es cuestión de decidir el momento, no digo “buscar el momento” por que todos sabemos de tareas pospuestas y el devenir de mañana, ambas, nada satisfactorias. Hablo de decidir un momento exacto, recomiendo las primeras horas que no dejan espacio a una tarea anterior que se alargue y por tanto demore la tarea que nos hemos impuesto.
Personalmente tengo un diagnostico claro de cuando una tarea no puede ser pospuesta más. Si notas en algún momento que una de las tareas “duele”, y hablo de llevarla en la cabeza durante demasiado tiempo y nos hace sentir mal pero no vemos el momento de realizarla, la gran mayoría de las veces por desmotivación, no ha de haber más aplazamiento, hay que sacar lo mejor de nosotr@s por que ya toca ponerla como preferencia, la satisfacción de terminarla será tan desbordante y liberadora que nos preguntaremos por qué no lo hicimos antes, eso sin tener en cuenta el “no era para tanto”, si además esta tarea es para un cliente en concreto, la satisfacción de poder escribirle el mail indicándole la finalización de la tarea será para estar el resto de la jornada sosegado.
Si a esa lista que tenemos hecha, nos paramos a ver los tiempos que tardaremos en realizarlas realmente, nos daremos cuenta que en muchos casos esa lista es solamente unas horas, un par de mañanas o poco más, pero seguramente esa “tarea” dejada para mañana será resuelta, dándonos un espacio de tiempo real para trabajar. Este tiempo es en el que debemos de fijarnos, ya que como bien dijo Einstein “el tiempo es relativo” y dependerá de las ganas con que enfrentarnos a tal menester. ¿O no os parece que el tiempo pasa más lento cuando hay que realizar algo que no queremos?
Hablamos en este artículo de organización, pero también de motivación y determinación a la hora de enfrentar algo que se nos ha hecho cuesta arriba, tened en cuenta que hay que hacer, lo que hay que hacer, en muchos casos la mente no nos dejará actuar como deberíamos y opino que en la gran mayoría de las veces es mejor cambiar de tarea y realizar otra que no nos suponga un desgaste máximo, pero también defiendo la autodisciplina de llevar a fin todo aquello que se comienza y ahí es donde está (al menos para mí) el trabajo más duro.
¿Copartís esta experiencia?